EL "CARTAGO" maestro y boyero
Corría el año de 1959 y un “Cartago”[1] recorría el trayecto entre el Carmen y Puerto Carrillo en la costa guanacasteca. Una carreta y un par de bueyes criollos era su medio de transporte. Un camino rural de tierra era testigo de las huellas que a su paso dejaba aquella triada: boyero-bueyes y carreta. El “Cartago” hacía las de boyero ya que aquella yunta no era de su propiedad y esta era su primera oportunidad en la cual fungía como boyero. El sol de la costa guanacasteca ponía a prueba a aquel capitalino que hacía sus primeras horas como maestro en la comunidad del Carmen de Puerto Carrillo. Con menos de un mes en aquellas tierras costeras y de un momento a otro y dada la necesidad la vida lo bautizaba como boyero.
Desde tempranas horas de la mañana de aquel día, el “Cartago” y su ayudante Marcial se hicieron al camino con el objetivo de llegar a las bodegas en Puerto Carrillo y recoger en la carreta el encargo que les tenía la agenda. Un trayecto bastante tranquilo y silencioso, uno que otro garrobo corría sobre la hojarasca y distraía la mirada de aquellos hombres. Algunos árboles mostraban los tejidos caprichosos de los nidos de las oropéndolas, que colgaban como bolsas o hamacas mecidas por el viento de la costa, que de vez en cuando refrescaba el trayecto de aquel “Boyero” y de su ayudante. Las oropéndolas guindaban de las ramas de los árboles y practicaban una y otra vez sus cantos y a la vez giraban sobre la rama, parecían un péndulo de reloj que cortaba las horas en sesenta minutos al son de sus cantos. El aire fresco que entraba de la costa levantaba cortinas de polvo y obligaba a los toros eunucos agachar la testuz y de vez en cuando cerrar sus ojos para evitar la fatiga del polvo y viento en sus grandes ojos de buey. A la vera del camino era un milagro encontrar en esos años alguna pulpería o comisariato que les permitiera buscar una sombra y refrescarse con alguna bebida. Era un camino solitario y prácticamente desde su salida de El Carmen y hasta el puerto no encontrarían muchas señales de asentamientos de Homo sapiens.
Truc, tuluc, truc, tuluc era la única música que aquel par de hombres escucharía en el camino. El sonido de la rueda de la carreta al golpear en el camino generaba la música que acompañaría al “Cartago” y a Marcial. Los bueyes de vez en cuando se miraban y de alguna manera se comunicaban con sus miradas. Se sentían un poco extraños que aquel “Cartago” hiciera las de boyero. Esta era la primera vez que lo veían y también era la primera vez que les guiaba. Ese par de cuernudos estaban acostumbrados a que solamente los guiara don Ismael Arraya, este era otro “Cartago” que se había instalado hacia unos años en estas costas chorotegas. En esta oportunidad don Ismael no podía hacer o dar el servicio de transporte entre el pequeño caserío de El Carmen y las bodegas en el puerto, por lo tanto ofreció su nave último modelo para que aquel “Cartago” que apenas pellizcaba los 20 años se iniciara en el boyeo.
Ese año de 1959 fue un año importante y significativo para esta comunidad de El Carmen, ya que ese nuevo “Cartago” de apenas dos décadas de edad y que vio la luz en la capital de Tiquicia, pasando parte de su vida en San José de la Montaña y Atenas de Alajuela, era el primer maestro que recibía la comunidad. Era todo un evento y la comunidad preparó la primera edificación para que aquel “mestro”[2] vertiera e intercambiara sus conocimientos con todas y todos los güilas de la incipiente comunidad. Don Ismael, quien era el dueño de la yunta y carreta también era el presidente de la junta de educación y el era uno de los más interesados en aquel viaje ida y vuelta a Puerto Carrillo. Un gran porcentaje de la población de El Carmen y sus alrededores no le hacía a las letras y por lo tanto gente con visión como don Ismael celebraba la llegada del primer “mestro” y lo que esto significaría en el desarrollo de los y las güilas como también de toda la comunidad.
Aquel aprendiz de boyero continuaba su camino a Puerto Carrillo, ese primer viaje como boyero era de mucha importancia para la comunidad educativa. Tan solo unos días antes don Manuel Carazo, quien era el encargado de la bodega en Puerto Carrillo había dado aviso a don Ismael y al nuevo “Cartago” de la carga que había llegado hacia unos días vía marítima desde Puntarenas y con procedencia de San José. La carga era muy importante y serían parte de las primeras herramientas con las cuales los güilas de la escuela abrirían camino en la conquista del conocimiento formal. El aprendiz de boyero seguía en el camino y poco a poco aquel par de bueyes criollos se comieron los kilómetros que les separaban de su objetivo. Una vez que llegaron al puerto buscaron a don Manuel Carazo y de inmediato iniciaron el trámite para llenar la carreta con la carga tan esperada en la escuela. Una vez cargada la carreta y dado agua a los compañeros del camino iniciaron su retorno.
Los Rojos[3], nombre que daremos a aquel par de bueyes criollos, eran un par de bueyes con bastantes horas de ruedo por los caminos y fincas de la zona, por lo tanto no ocupaban de ningún mapa ni sistema GPS[4] para retornar, en sus cerebros la ruta estaba más que de memoria, por lo tanto el “Cartago” y Marcial se subieron en la carreta, por no decir que se “montaron en la carreta” y retornaron a El Carmen. Ya sin la preocupación por llegar a tiempo a la bodega y cargar el encargo, aquel par de hombres dialogaron un poco más. Eso le permitió al “Cartago” poderle hablar más a Marcial de su vida y contarle que su madre había muerto cuando él apenas tenía cuatro años y que parte de su niñez la vivió en un orfanato en las faldas del volcán Barva en Heredia. También le contó que tenía una novia que vivía en Guadalupe y que parte de los planes era casarse a lo más en un año. Marcial escuchaba atento al “Cartago” e internamente se preguntaba porque este hombre que había llegado a El Carmen de Puerto Carrillo como el primer maestro de la escuela, se había tirado ese día a boyero y más se sorprendió Marcial cuando se dio cuenta que el “Cartago” nunca había aprendido las artes del boyeo. Esta era su primera yunta y también su primer viaje. Pero tanto Marcial y el maestro “Cartago” sabían de la importancia de este viaje y que no se podía posponer ni un día más, ya que la clases tenían un mes de haber iniciado.
La gente de El Carmen, al escuchar el canto de la carreta de don Ismael salían al camino emocionados de saber que en aquella carreta guiada por el “mestro Cartago”, traía los primeros cuadernos y materiales que el Ministerio de Educación enviaba. Aquel maestro llegado de la capital, no tuvo reparos en entrarle a la tarea de hacerse boyero por un día y hacer el recorrido hasta Puerto Carrillo con la idea de poder traer aquellas primeras herramientas para ejercitar el saber. Pronto arrimaron la carreta con los Rojos a la escuela y bajaron los cuadernos y materiales del curso lectivo del año de 1959. Las y los güilas corrían alrededor de la carreta de alegría. La escuela, que era tan solo un rancho sin paredes y con techo de palma estaba lista para abrir surco y sembrar la buena semilla del conocimiento.
La comunidad de El Carmen y aunque era tan solo por aquellos años un pequeño caserío se había preparado para seguir haciendo historia. Don Ismael Arraya como presidente de la junta de educación no escatimó recursos y pagó para que el maestro-Cartago y boyero realizara el primer censo por aquellos rumbos y poder determinar la población escolar. Don Ismael buscó un baqueano y lo puso a disposición del “mestro” para que recorrieran cada rincón e invitaran a las y los güilas a navegar en la aventura del conocimiento formal o académico. La comunidad había trabajado levantando aquel primer rancho llamado escuela. Marcial fue de gran apoyo a aquel aprendiz de boyero en su aventura a Puerto Carrillo. Las mamás y los tatas también hicieron lo propio para que aquellos güilas fueran a la escuela. La comunidad estaba de fiesta y no se quedaron solo con la escuela para las niñas y niños de El Carmen, sino que pronto aquel “Cartago”: maestro-boyero y motivó a la comunidad para abrir una escuela nocturna para adultos y de esta manera seguir sembrando la semilla en tierra fértil. Creo que es oportuno señalar, que aquella doble jornada de trabajo para el “Cartago” con el turno de la mañana con los güilas y el turno de la noche con las mamás y papás no era reconocida por el ministerio, el “mestro-boyero” solo recibía la paga de la jornada matutina.
La comunidad educativa quería seguir creciendo y dar el apoyo adecuado a la escuela. No estaban acostumbrados a cruzarse de brazos y esperar que el Ministerio les diera todo. Pronto y como es costumbre en casi todo nuestro país, organizaron un turno[5] pro-escuela. Como es costumbre la comunidad se repartió la tarea y don Ismael llevaba el liderazgo como presidente de la junta de educación. El nuevo maestro en aquella comunidad le habló a don Ismael y lo desafió para que en aquel turno pro-escuela no se vendiera ningún tipo de licor y le mostró el artículo de la ley que prohibía la venta y presencia de licor en las actividades de las escuelas. Al principio don Ismael no estaba muy convencido ya que la tradición decía que turno sin “mechazos”[6] era un fracaso. La comunidad se atrevió y sacó los “mechazos” del evento y rompieron con la tradición, ya que el turno logró dar los resultados esperados.
No sé cuánto tiempo aquel “Cartago” maestro y boyero trabajó en aquella comunidad de El Carmen de Puerto Carrillo, lo que sí puedo ver es un hombre que amó sembrar de una manera diferente. Celebro la gente como don Ismael, como don Manuel Carazo, como Marcial.
Celebro y doy gracias a Dios por la bendición de ser hijo de aquel “Cartago”: maestro y boyero que abrió surco allá por el año de 1959.
Alejandro Guevara Muñoz.
Mata de Plátano, 07 de Enero del 2010.
San Chepe, Tiquicia.
[1] Cartago: palabra usada por las personas en la zona rural para referirse a cualquier persona que viene del Valle Central.
[2] Mestro: forma criolla de llamar al maestro en algunas zonas rurales del país.
[3] Los Rojos: color dominante en el tipo de ganado llamado criollo.
[4] GPS: sistema de pre posicionamiento global satelital. Siglas en inglés.
[5] Turno: nombre que se le da a este tipo de fiestas o actividades en las comunidades rurales. Por lo general están ligadas a la celebración del Santo Patrón o alguna actividad específica.
[6] Mechazos: forma popular de decirle a los tragos de licor o guaro.